PASAIA
La bahía de Pasaia ha sido históricamente ocupada
por los núcleos de San Pedro y San Juan, dos típicos
barrios-pueblos de sabor marinero que han vivido desde siempre uno
enfrente del otro, tan cerca por mar y tan lejos por tierra, lo
que con el tiempo ha hecho surgir la inevitable relación
de amor-odio, representada sobre todo en sus piques marinero-deportivos.
Dejando todo ello a un lado, recomendamos de veras que visitéis
estos dos barrios, sobre todo Pasai Donibane, ya que ambos constituyen
preciosos núcleos arrantzales contrapuestos a los industriales
de Pasai Antxo (en medio de la bahía) y Trintxerpe (junto
a San Pedro), constituidos bastante más tarde a la par que
el puerto de la bahía cobraba cada vez mayor importancia;
hoy en día es uno de los puertos de carga más importantes
del país.
RESUMEN HISTÓRICO
Aunque como municipio unido sea de reciente creación, los
dos núcleos históricos tienen su origen en la fundación
de Donostia y Hondarribia. De hecho, Pasai San Pedro ha sido durante
varios siglos un barrio más de Donostia, y Pasai Donibane
de Hondarribia. Ya en 1765 las autoridades municipales enviaron
un escrito a Madrid, hasta la misma Corona, quejándose de
los diversos perjuicios que ocasionaba dicha división.
Así las cosas, en 1770 Pasai Donibane se separaría
de Hondarribia y podría por fin constituir municipio propio.
Pasai San Pedro tendría que esperar hasta 1805 para lograrlo,
aunque hasta el final de la Guerra de Independencia no pudo llevar
a cabo dicho decreto. Pasai Antxo no surgiría hasta bastante
tiempo después (finales del XIX), como consecuencia de que
tanto el ferrocarril como la "Nacional 1" atravesaran
sus terrenos. Trintxerpe, por último, nació en la
segunda mitad del siglo XX, favorecido por las importantes tareas
pesqueras del puerto.
Territorio
A Donostia
Altitud
Población
Vascoparlantes
Extensión
Densidad
Fiestas |
Gipuzkoa
6 km.
4 m.
17.209
%32
11 km2
1.564 hab./km2
San Juan (24 de junio)
San Pedro (29 de junio)
San Fermín (7 de julio)
Cármenes (16 de julio) |
PASAI DONIBANE
Antes que nada, os recomendamos dejar el coche (según venimos
de Errenteria-Lezo) en el aparcamiento situado antes de la única
pero preciosa calle que atraviesa su núcleo histórico.
De otra manera, deberéis esperar a que el semáforo
que da entrada al pueblo se ponga en verde (cada 10 minutos) y,
aun así, puede que tengáis algún problema para
circular por la estrecha calle. A ésta la podríamos
considerar toda ella monumento, ya que el conjunto de pasadizos
bajo las casas, escondidos txokos y demás detalles os hechizará
fácilmente.
Nada más entrar encontraréis a un lado la iglesia
y al otro el Palacio de los Arizabalo, una de las más importantes
familias de la localidad. Su tejado de cuatro vertientes luce un
alero trabajado así como un precioso escudo de armas en su
fachada, todo ello en una construcción del siglo XVIII y
de estilo barroco. Desde sus aledaños podéis acercaros
al muelle, enfrente del cual se encuentra la iglesia de San Juan
Bautista, fundada en 1643 y que nos ofrece una fachada lisa de estilo
barroco-neoclásico, del cual sobresale una estatua del santo
de 1731. En su interior son de destacar los retablos.
Avanzando por la calle, pasaremos por el primero de sus cuatro
arcos o pasadizos, y tras atravesar el segundo aparecerá
ante nosotros la Casa Miranda, de preciosa fachada renacentista
(siglo XVI) y con dos escudos de armas en el piso bajo, hoy día
Hogar del Jubilado.
Por la puerta derecha de esta casa podemos acceder a la vivienda
conocida como Victor Hugo Etxea, ya que el representante más
destacado del romanticismo francés llegó a pasar unos
días en este lugar tan cautivador. En el tercer arco encontraremos
una imagen de Cristo Crucificado y tras él un Calvario del
siglo XVI. Realizado en estilo manierista-popular, en su interior
podemos ver a la Virgen de la Piedad y una inscripción en
homenaje a los pasaitarras que tomaron parte en la batalla de Roncesvalles
del año 778.
Junto al Calvario se alza el Palacio de Villaviciosa, realizado
en el siglo XVI en piedra de sillería y estilo renacentista.
Desde esta misma plaza es de donde sale la gabarra que une por mar
las dos Pasaias; hablamos de un servicio muy antiguo, que por ser
el más cómodo es muy utilizado. Así mismo,
desde esta misma plaza se puede acceder por unas escaleras a la
ermita de Santa Ana, desde donde se puede admirar una preciosa panorámica
que domina toda la bahía. Dentro de la ermita encontraremos
la imagen holandesa de la Virgen, del siglo XVI.
Un poco más adelante llegaremos al principal (o único)
ensanche de Donibane, en el cual os recomendamos que permanezcáis
un buen rato, ya que su hermosura así lo reclama. Hablamos
de la Plaza de Santiago, con el mar a un lado, las bonitas y coloridas
casas marineras (altas y estrechas) al otro, el Ayuntamiento en
medio... esta plaza es uno de esos lugares donde el simple ejercicio
de dejar pasar el tiempo se convierte en una experiencia muy agradable.
Seguimos de camino hacia el mar y de pronto nos topamos con la
iglesia del Cristo de la Bonanza, del siglo XVIII. En su interior
podemos destacar la verja de hierro labrado tras la entrada, el
retablo del altar mayor y las imágenes barrocas de Cristo.
Por último, cerca de donde la bahía se hace mar,
podemos contemplar lo que queda del Castillo de Santa Isabel, levantado
por orden de Carlos I para defender la bahía de posibles
ataques pero que desapareció en 1876.
PASAI SAN PEDRO
Situada al otro lado de la bahía, tras pasar las instalaciones
portuarias y el barrio de Trintxerpe (ver itinerario), este segundo
barrio no goza de la riqueza artística de su hermano o rival,
pero guarda un gran parecido con él y más de un monumento
digno de visitarse.
De esta manera, su núcleo histórico lo conforma otro
conjunto de casas organizadas a lo largo de una única línea,
entre las calles Arraunlari y Kepa Deuna. Es el resultado urbanístico
consecuencia de vivir bajo dos montes que acaban allí donde
comienza el mar.
Podemos iniciar la visita de San Pedro por la parroquia del mismo
nombre (siglo XVIII), y a partir de ahí, como en el caso
de Donibane, la propia calle se encargará de mostrarnos varios
pasadizos. Podemos destacar entre los monumentos varias casas señoriales,
como las de Aizpurua, la casa natal del famoso hombre de mar Blas
de Lezo (1689-1741), la de Sebastián Etxebarria...
Desde San Pedro podemos así mismo disfrutar de una muy bonita
vista de San Juan, detrás de las numerosas y coloridas chalupas
que pueblan la ría. También podemos pasear hacia la
boca de la bahía o subir desde la plaza del Marqués
de Seoane (entre Trintxerpe y San Pedro) hasta el faro. Tanto en
uno como en otro caso se trata de un precioso recorrido.
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